viernes, 9 de diciembre de 2011

"La Dama" Birmana

Cuatro años después de la Revolución del Azafrána que tiñó de sangre las calles de Rangún (Birmania), Aung San Suu Kyi que vivió quince años presa, recluida en su residencia, pese a los achaques y su frágil caminar, a pasitos muy cortos, continúa abanderando la lucha por la democracia en la antigua Birmania, y, como hizo Gandhi en India, deplora el uso de la violencia.

Este año no ha tenido ningún inconveniente para reunirse con los generales que la martirizaron, ya que aboga por una negociación que permita la celebración de unas elecciones libres, como las que ganó en 1990, para conseguir la reconciliación del pueblo. No obstante, y aunque el respeto por “La Dama” alcanza el grado de divinidad, su pacifismo ha sido la gran obsesión de los militares, que la ven como una molestísima piedra en su zapato.
Durante su aislamiento escribió el libro "Cartas desde Birmania".

Este párrafo es del capítulo titulado

“Una vida Normal”
"¿Quién puede llevar una vida normal en un país donde mente y corazón están tan escindidos?, Cuando reclamamos la democracia, lo que estamos pidiendo es que se le permita a nuestro pueblo vivir en paz, protegido por unas instituciones que garanticen nuestros derechos, que nos permitan conservar nuestra dignidad humana, sanar unas heridas largo tiempo ulceradas y hacer que florezcan el amor y el coraje. ¿Es ésta, acaso una demanda irracional?".

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