domingo, 8 de mayo de 2011

"ÉRASE UNA VEZ"

El sol primaveral fue otro regalo para Ana María en “el día más importante de su vida”. Con 85 años volvía a ser la niña maravillada por la magia del bosque de fantasías. Explicó su “vida de papel” en un discurso a corazón abierto que emocionó a muchos de las 300 personas presentes en Alcalá y que hizo derramar alguna lágrima a la propia la escritora.

Ana María Matute

Con su dorado medallón y tras advertir que «preferiría escribir tres novelas y 25 cuentos seguidos antes que pronunciar un discurso», Ana María Matute invitó a  compartir «el sueño que le acompaña desde la infancia, que por primera vez la mágica frase 'Érase una vez' conmovió mi pequeña vida». Desgranó en un emocionante periplo biográfico su existencia plagada de golpes, desgracias y alegrías, de descubrimientos y desencantos. Explicó cómo la literatura fue para ella un faro contra las «abundantes tempestades y tormentas», un bálsamo contra el odio, y cómo las invenciones se revelaron a lo largo de todos estos años como «las únicas verdades».

Ana María se remontó a su infancia, evocó a su muñeco Gorogó, un regalo de su padre en el que encontró calor y amistad, al que aún hoy confía todos sus secretos «lo que no puedo contar a nadie» y junto al que ha vivido este sueño fantástico de ocho décadas que culminaba en Alcalá.

Contra su costumbre, había madrugado y mucho. “He venido muy pronto, no sea que se lo den a otro”, bromeaba apurando un gin-tonic con pastas en la cafetería de la universidad minutos antes de la solemne ceremonia. Con una maliciosa sonrisa y entre sorbitos furtivos, explicaba la pizpireta Ana María en su silla de ruedas que “el motor sin gasolina no funciona”. También comento que para vencer los malos momentos rememora la película de su vida “pasando por su cabeza las mejores cosas que le han ocurrido en la vida, a la que he añadido este premio”.
"Quién no inventa no vive"

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